Esta escultura de pared de metal está formada por diferentes esferas decoradas con motivo étnico. La obra parece haber sido concebida en una tienda bereber, con colores y estampados que recuerdan la deslumbrante luz del desierto. El protagonista de la composición es sobre todo el oro, fondo sobre el que se han concebido las distintas texturas. Los otros colores presentes son el bronce, el marrón tierra, el blanco crema, el azul báltico y un toque de negro.
La escultura está compuesta por esferas de diferentes tamaños, con una forma cóncava como si fueran platos, que se entrelazan entre sí en un juego de primeros y segundos planos. Los motivos que transmiten son muy diferentes: los que tienen forma de cruz recuerdan escudos antiguos mientras que los que tienen forma de estrella se parecen a las cúpulas de las catedrales ortodoxas. La peculiaridad es que estas tramas étnicas no están pintadas sino grabadas dentro de cada esfera, añadiendo al brillo del oro un agradable efecto de relieve.
Es un cuadro de gran valor e importancia que sin embargo combina perfectamente con ambientes clásicos, tan simples como una pared blanca encalada. Pero al mismo tiempo esta escultura de pared destaca en ambientes opulentos, repletos de dorados, tal vez incluso con un toque étnico. Toda la composición está hecha íntegramente a mano y que con ella se entrega también un certificado de artesanía.