El rostro de un hombre abstracto, apenas esbozado, que se acerca el dedo índice a los labios y los abre lo suficiente para comprender que está pidiendo silencio. Prácticamente puede reconocerse toda la fisonomía del rostro, pero desaparecen de este la parte alta de la frente, el corte final de los ojos y toda la parte posterior del cráneo. De alguna manera es como si el rostro estuviera sumergido en el agua, lo suficiente para observar la vida submarina sin mojarse el pelo. Esta escultura parece transportar a una dimensión más serena y tranquila que la vida de todos los días. Como si una vez de vuelta a nuestro salón después de una larga jornada pudiéramos contar con él y con su gesto imperativo que devuelve el silencio y restablece nuestra vida.
Esta escultura está realizada íntegramente con resina lacada en blanco que le aporta un toque brillante. Se trata claramente de una obra de inspiración surrealista. El proceso de creación se ha realizado íntegramente a mano y se acredita con el certificado de artesanía que acompaña la obra. Este pequeño rostro mide 48 cm de alto, 16 cm de ancho y 14 cm de grosor. Gracias a la neutralidad de los colores que componen la obra, combinará a la perfección con cualquier estilo de decoración.