Circularidad y dinamismo, son muchos los elementos de esta pintura abstracta pero de líneas circulares bien definidas. Una espiral que parece succionar al espectador hacia lo que Roland Barthes no habría dudado en definir como el punctum de esta obra: la fisura ovalada justo en el centro del cuadro. Al describir la gran cantidad de elementos que se muestran a la vista, observamos que podría tratarse precisamente de esto: un ojo. En el centro dominan elementos metálicos que se integran en el lienzo: dos párpados dorados con pequeñas tachuelas también doradas y, en el centro del óvalo, pequeños fragmentos de color azul y rojo. Por toda la obra se expanden centros concéntricos, como una ola que se propaga.
En este cuadro de forma cuadrada ( 100 cm por 100 cm ), realizado con pintura acrílica sobre lienzo por el artista Edgar Ramirez, observamos también la presencia de otros elementos metálicos que llenan el espacio entre estos círculos concéntricos. El resultado es una plenitud desde el punto de vista de la presencia de elementos, incluso tan diferentes entre sí, pero sobre todo una profundidad que aporta también la presencia de distintos adornos en relieve. En toda la composición dominan los tonos dorados y naranjas. Una pintura de indudable valor artístico y con un diseño realmente fascinante.